LOS DESNUDOS DE GIOACCHINO DELL ERBAGioacchino Dell Erba, fotografo y cocinero. Ya sea tras la cámara o en la cocina, se sumerge de lleno en la expresión de su creatividad. Para él, la fotografía, tanto en su versión digital como analógica, es una herramienta poderosa que le permite capturar no solo imágenes, sino también emociones y narrativas profundas. Cada toma es una oportunidad para contar una historia, para inmortalizar un instante único que transmita un estado de ánimo o una sensación particular.
Ambos mundos, el de la fotografía y la gastronomía, comparten elementos fundamentales como la artesanía, la paciencia y una atención minuciosa al detalle. En ambos campos, Gioacchino se entrega por completo a su labor, buscando siempre la perfección en cada creación, sin perder nunca de vista la belleza que reside en la imperfección y la espontaneidad del momento.
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Fallo en Matrix.
CARNE AMATEUR: FAIRYJULIA Vivimos en una sociedad que no sabe qué hacer con el sexo. Lo alaba, lo consume, lo explota, pero al mismo tiempo lo castiga, lo demoniza y lo llena de tabúes. No importa de qué lado mires, siempre habrá alguien dictando qué está bien y qué está mal, qué es libertad y qué es sumisión, qué es empoderamiento y qué es degradación.
Si lo muestras, te cosificas. Si lo ocultas, eres una reprimida. Si lo disfrutas, eres promiscua. Si lo vendes, te explotan. Pero si lo regalas, también te juzgan. Y mientras unos te dicen que el sexo debe ser libre y sin ataduras, otros te advierten que ser demasiado libre es caer en la trampa del patriarcado, que debes protegerte de ti misma, que hay un punto en el que tu libertad deja de serlo y se convierte en un problema.
La verdad es que el sexo se moldea según el ángulo desde el que lo observes. Para algunos, mostrarlo y monetizarlo en redes es simplemente aprovechar un recurso propio, un acto de autonomía. Para otros, es una humillación, una renuncia a la dignidad. Depende de quién mire, de qué prejuicios tenga, de qué valores haya heredado.
Pero al final, la contradicción es clara: el mundo consume sexo en cantidades industriales. Lo ve, lo busca, lo compra. Y sin embargo, sigue juzgando a quien lo ofrece. ¿Hipocresía? ¿Doble moral? Quizás simplemente una sociedad que no ha aprendido a convivir con su propia naturaleza.
Fairyjulia tiene claras sus ideas. No tiene ni mal de conciencia ni se siente culpable. Vive como quiere y vive muy bien.
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