RELATOS EROTICOS O NO

ilusa86 · Publicado: Jue Sep 27, 2012 8:20 pm **Asunto**:

Me despierto excitada, mi entrepierna palpita y a mi mente vienen los últimos retazos del sueño que ha provocado esta situación. Me giro, buscándote, y con intención de satisfacerme gracias a tu falo, pero duermes. Ansiosa, mi mano juguetea con mi pezón, y desciende acariciando lentamente mi costado.
La otra, tira graciosamente de las bragas, hasta quitarlas de la parte de mi cuerpo que reclama atención.
Separo mis piernas, y noto en mi coñito, el fresco de la habitación. Mi mente vuela, y mis ojos se cierran dejando paso al recuerdo del sueño.
Mis manos, impacientes, empiezan a acariciarme como si tuvieran vida propia. Y apareces tú, protagonista principal de todas mis andanzas. No son mis manos ya las que juegan con mis pechos, endureciendo mis pezones y haciéndome suspirar de placer, sino las tuyas. No es el roce de mi pelo lo que noto en el cuello, es tu boca siempre complaciente, la que deja un húmedo camino de besos que desciende y que provoca que escapen murmullos de placer de mis labios. Ya no es el fresco de la habitación lo que siento en mi coño, sino el calor de tu respiración, y el ligero toque de lengua, empezando a explorar, lamiendo y jugando. Mi imaginación se desata, apoteósica, casi puedo sentir tu peso sobre mi, y tu dureza apoyada en mi ingle. Mis manos, raudas como el viento, siguen acariciando mi cuerpo, que cada vez está más tenso y sudoroso.
Mi respiración, jadeante, y mi piel, hipersensible, responde a la mínima caricia.
Vuelvo a centrarme, introduzco dos dedos en mí, y ahora eres tú el que me penetra y el que se desliza en mí, tu polla se mueve y me llena. Alborozada, no puedo sino gemir de placer. Sujetas mis brazos a ambos lados de mi cara, e incrementas el ritmo. Una sonrisa chulesca ha aparecido en tu cara, y en tus ojos puedo leer la lujuria. Sabes que en este momento estoy a tu merced, y que puedes hacer de mi lo que te plazca. Noto que mi orgasmo se aproxima, y en un momento de compasión, incrementas el ritmo. Mis músculos se contraen, y con ello, el roce es más intenso. De golpe, el estallido llega, y con él, la liberación.
Caes jadeante sobre mi, suavemente abro los ojos y mis manos se apartan de mi cuerpo, ya relajado.
Cuando me giro para comprobar que sigues durmiendo, son tus ojos, esos brillantes ojos verdes, los que me devuelven una mirada llena de intención, y con una sonrisa maliciosa, me coges la mano, y llevándola a tu abultado paquete me susurras: Bonito espectáculo, aunque aún no ha terminado...Y sin preocuparte de más, aquello que he imaginado, se hace realidad.

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