A mi mujer se le ponen los pelos de punta cada vez que ve por la tele noticias de refugiados pidiendo ayuda subidos en balsas hinchables, clama al cielo lo injusta que es la vida y grita a los cuatro vientos que no podemos mirar para otro lado, pero el otro día, el otro día - Que mejor que llames a los guardacostas que para algo se les paga - me dijo sin ni siquiera pestañear.
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