RELATOS EROTICOS O NO

[Fouronzas]

Me he encontrado este relato por casualidad, y he pensado que quizá os guste, se que es un tocho, pero a mi me ha gustado, ahí lo dejo para vuestro deleite...

Si alguien le gusta la idea, puede colocar alguno mas, hasta, incluso si os gusta escribir..... quien sabe?





-MASCARADA-

Que duras son las mañanas para ir a trabajar…al menos ya es jueves,…lo único malo, los apretujones del metro en hora punta,…un roce que, a excepción de otros, la verdad no es nada agradable.
Estoy inmerso en mis pensamientos, el trabajo que me espera, el posible plan con los amigos para el fin de semana…hasta que de repente un perfume embriagador me despertó del letargo, me giro como puedo, repartiendo perdones por doquier, hasta que encuentro el origen de ese “segundo despertar” en la mañana. Una mujer, que seguramente no superaba los treinta y cinco, morena azabache, de unos ojos verdes pálidos que embriagaban aún más si cabe que su perfume. Tenía un rostro bastante proporcionado, enmarcado por una boca increíblemente sensual, carnosa y de un rojo oscuro que invitaba a ser mordida…sin duda era consciente de su atractivo y por qué no, de su magnetismo, que no dudaba en realzar. No tardó mucho en percatarse que la miraba…apenas me observó un momento para, posteriormente, continuar con su lectura,….intenté sin éxito ver que la tenía tan entretenida.
Durante varias paradas, apenas pude dejar de mirarla, hasta que de repente, el tren pega un pequeño y brusco frenazo y ella cae sobre mí al perder el equilibrio, golpeando mi pecho. Por un instante noto sus formas contra mi pecho, sin duda en sintonía con ese rostro que me tiene tan absorto, sin exuberancias, en su justa medida, proporcionada y de porte elegante, así como su ropa; un pantalón negro de vestir con blusa verde botella y zapatos de tacón a juego. Exquisita. Siento como ardo desde dentro…

-“Disculpa, no he podido agarrarme”-A continuación y como si se encontrase apurada muerde ligeramente su labio inferior. Siento que en ese momento todo el vagón y yo mismo nos inclinamos hacia ella-
-“No te preocupes, suele pasar con estos frenazos tan bruscos, lo importante es que no te cayeses al suelo o te golpeases”
-“Sí tienes razón, te agradezco que parases mi caída”.
-“No fue nada en serio, pasaba por aquí y…”-Dibujo una pequeña sonrisa, buscando un poco de complicidad…Entonces veo que sí, efectivamente me sonríe.
-“Bueno, me bajo aquí - Sus palabras me devuelven a la realidad-, nos vemos, pasa un buen día, ciao”
-“Gracias, tú también”-apenas consigo balbucear-

De nuevo una sonrisa mientras se aleja…Entonces miles de ideas pasan por mi cabeza, corre tras ella,…es tarde, las puertas se han cerrado….
Mi camino al trabajo es un devenir de reproches a mi mismo…Sin darme cuenta, llego a las puertas de mi edificio…
-¿Donde puse la tarjeta?-Indago en los bolsillos de la chaqueta-…hummm, que es esto…algo más aparte de la tarjeta hay en el bolsillo de mi chaqueta. Una sonrisa invade mi rostro…es una tarjeta, una invitación a una fiesta de máscaras para esta noche…debió ponerla ahí al caerse sobre mí en el metro…empiezo a pensar que fue premeditado.
El día en el trabajo fue eterno… solo podía pensar en nuestro encuentro, deseando llegar a casa…y…que cayese la noche.

La fiesta parecía de alto standing, al menos por el lugar, un pequeño palacete del centro, todo muy bien decorado con un cierto aire francés, siglo XVIII quizás. Los invitados, con trajes oscuros de firma ellos y ellas con vestidos largos de noche, todos con su correspondiente máscara…Y entonces caí,….¿Sería capaz de reconocerla?. ¿Y ella a mí?.Observé a las mujeres de la fiesta, pero no daba con ella, quizás no ha llegado o quizás no venga y todo esto ha sido una broma. Decido apurar la copa de Moët, como no, e irme…Mientras bebo, oigo un susurro en mi espalda….

-¿Me buscabas? .-Casi me derramo el champagne encima-. Me doy la vuelta y allí está, sonriendo, espléndida, con un vestido y zapatos rojos, largo, de generoso escote en pecho, pero sobretodo en espalda,…con una máscara muy peculiar, una sensual máscara de encaje negro que era una mezcla de maquillaje y algún tipo de henna o algo parecido aplicado sobre el rostro, todo entretejido que recordaba en parte a una tela de araña. Si había en ese momento una palabra para definirla era carnal.
-“La verdad que sí, te buscaba. Esto es algo sorprendente, la invitación, la fiesta…Ni siquiera se tu nombre…”
-“Mi nombre es Eva”-Tenía que tener nombre de tentación, pensé.
-“Encantado Eva, mi nombre es David”-Le besé cortésmente la mano, un detalle que debió parecerle divertido o quizás “diferente” pues sonrió.
Sin duda me sentía atrapado en la red entretejida de sus ojos, la deseaba…Ella debió percibirlo sin duda, me tocaba o rozaba simulando que no era premeditado, y siempre me hablaba muy cerca, de manera que más que hablar nos susurrábamos…
En un momento determinado apoyó su mano en mi pecho y espetó:
-“Tienes un corazón que late muy fuerte, intenso…”

No pude más, me abalancé besándola como si en ello me fuese la vida, agarrándola fuertemente de la espalda y las caderas, notando el calor que desprendía. Ella correspondía apretándose más contra mí agarrándose a mi espalda, casi arañando.
De repente me empujó contra una de las puertas del pasillo y me introdujo dentro, liberándome de mi chaqueta y abriéndome la camisa de un tirón seco. Dejé caer limpiamente sus tirantes y con ellos todo el vestido, mostrando desafiantes sus encantos. Mientras, esos verdes ojos aullaban a la noche a través de su máscara.
De nuevo me uní a ella, palpando cada instante de su cuerpo, devorado por un fuego que podría consumir toda la habitación en segundos…Ya sin la ropa, nuestras manos nos recorrían sin pausa, su altivo pecho y su entregado sexo se ofrecían sin reparos.
Pegados a la pared, ocultos, como dos bandidos enmascarados, la elevé como si de un altar se tratase y la hice mía. Sus cabellos caían sobre mí en cascada y los latidos de su corazón eran el ritmo de nuestra pasión desarbolada, agitados, rabiosos…Su respiración resonaba en mis oídos…queríamos más, nuestros brazos y piernas temblaban pero no cedían. Un grito ahogado yacía en nuestras gargantas…para romper a intervalos. Sentí derramarme entre sus piernas. El relámpago estremeció nuestros cuerpos para explotar en mil pedazos, arrastrados en esa dulce agonía, cegados por la luz de nuestros cuerpos, sin nada más,…rendidos al dulce Morfeo.

Desperté pero ella ya no estaba. Aún era de noche y los invitados abandonaban el lugar. Me vestí, con su olor en mi cabeza y su sabor en mis labios,…Eva…Sabía que seguramente ese no era su nombre…pero acaso importaba?
Me encaminé a casa dispuesto a dormir un poco…aún seguían resonando sus latidos en mi pecho…
-“Malditas llaves!,¿Donde están?...que….
Y allí estaba de nuevo en mi chaqueta….Sábado noche, mismo lugar….La decadente Roma…Tendré que buscarme una toga….

Antonio Soriano.
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¿está en audio? ... no sé quizá en yutub o argo...
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ma voya cagá 'n la puta

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Creo que el que escribia o algo era Ecin
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a mi me a gustado
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Relatos de Alrincon

Una vuelta a casa inesperada. 1/4


Llevamos ocho años casados, y mi mujer y yo disfrutamos de nuestra vida sexual de forma plenamente satisfactoria, incluso hasta extremos insospechados. Os cuento el porqué:
Aquel día los dos habíamos salido de casa en nuestros sendos coches, quedando en vernos para la hora de la cena en un céntrico restaurante de la ciudad donde íbamos a cenar con unos amigos.
Yo tenía que hacer antes unas gestiones de trabajo, por lo que iba a tener la tarde bastante ocupada. Pero al llegar a mi despacho me di cuenta de que se me habían olvidado unos papeles importantes encima de mi cama, por lo que tuve que volver irremediablemente a nuestro chalet que se encontraba en una urbanización cercana a la capital.
Para no tener que dar toda la vuelta a las calles de la urbanización, dejé el coche en la parte trasera de la misma, y accedí andando por la segunda entrada, lo que convierte el trayecto en mucho más corto.
Al llegar a casa, subí rápidamente a mi habitación, donde tardé un poco buscando los dichosos papeles, pues no estaban donde creía haberlos dejado.
En ese momento, sentí como el portón automático del garaje se accionaba, y al mirar por la ventana vi entrando por la rampa el deportivo cabrio de mi mujer, lo cual me extrañó.
Ya iba a llamarla desde arriba, cuando, con la boca abierta, me percaté que venía acompañada de alguien, quien por su voz estaba claro era un hombre.
Me quedé totalmente quieto y callado esperando acontecimientos, mientras escuchaba a mi mujer y a su acompañante entrar en el salón entre risas y frases entrecortadas.
Cuando entraron del todo, bajé sigilosamente la escalera principal y me acerqué a la puerta doble del salón que estaba entreabierta y permitía ver sin ningún problema prácticamente todo el interior.
¡No podía creer lo que esta viendo¡ Mi mujer estaba buscando algo en una de las puertas del mueble, mientras su acompañante, situado detrás de ella, manoseaba su ropa por encima palpando su culo por encima de su falda, mientras le mordisqueaba los lóbulos de las orejas y le susurraba cosas al oído. Ella, por supuesto, se dejaba acariciar mientras se contoneaba cada vez más empezando a frotar sus nalgas con su miembro.
En principio pensé en entrar y montar una escena, pero, para mi sorpresa, mientras veía aquella imagen me había excitado tremendamente, por lo que no hice nada y seguí observando sin perder detalle a mi mujer que iba preciosa y elegantísima, lo cual era habitual en ella. Llevaba puesto un traje de firma de chaqueta y falda ajustada que resaltaba poderosamente sus curvas, y, además, llevaba aquellas botas que yo mismo le había comprado de piel marrón, con mucho tacón y puntera.
Él empezó a magrearse contra su espalda mientras poco a poco le fue subiendo la falda hasta dejar al descubierto su imponente culo enfundado en unas preciosas bragas con encajes, de las que tanto me gustaba a mí que se pusiera.
Los gemidos de ella ya eran perfectamente audibles, por lo que imaginé que en esos momentos estaban los dos totalmente excitados, y no me equivocaba.
Él le bajó las bragas con un gesto contundente liberando sus redondas y duras nalgas, entre las cuales ya se intuía cierta humedad. Ante mi sorpresa empezó a darle unos azotes que iban subiendo en intensidad (a mí nunca me dejaba), mientras le decía “¿estás suficientemente caliente putita mía?”, “¿vas a querer que también hoy te taladre con mi enorme polla?”.
Yo estaba aún más sorprendido, ya que mi mujer nunca había querido tener sexo tan “directo”, y no me permitía cosas como los azotes, las palabras fuertes, ni, por encima de todo, sexo oral, lo cual decía que detestaba.
Pero su amante le estaba haciendo todo eso y más, que aún tendría que contemplar, y seguía llamándola puta, zorra, …., y ella le decía que se la iba a comer toda !!
Ella respondía a todo ello con gemidos más potentes, mientras se fue despojando de la chaqueta y de la blusa que llevaba debajo, dejando al descubierto su sujetador que comprimía sus grandes y hermosas tetas, las cuales fueron descubiertas por él con un toque certero al cierre de la espalda, pasando a magrearlas con contundencia.
Yo estaba cada vez más cachondo, y ya me había sacado mi miembro del pantalón, pues ante tal fuerte escena me había empezado a masturbar.
De repente, ella se dio la vuelta y con movimientos magistrales y rápidos, desabrochó el cinturón y el pantalón de su amante, bajándole de un tirón su calzoncillo, y dejando al descubierto un miembro descomunal, que daba pequeños espasmos de placer mientras ella acercaba su boca diciéndolo “deja que me coma este rabo tan sabroso”. En un momento se lo había metido en la boca hasta dentro sin rechistar, y daba buena cuenta de él saboreándolo desde la punta hasta la base, y cada vez aumentando el ritmo más y más mientras con las manos no paraba de masajear sus huevos.
A esas alturas ya estaban los dos totalmente desbocados, y se decían de todo “sigue comiendo este rabo, putita mía”, “luego te llenaré todo ese chochito jugoso”, ……etc.
Después de un rato degustando aquella tremenda polla, mi mujer se dio la vuelta y quitándose la falta que tenía por la cintura se subió a cuatro patas al sofá todavía con las botas puestas, abriéndose lo suficiente para dejar bien expuesto su chochito totalmente empapado, mientras le pedía “cómeme antes, y luego penétrame hasta el fondo”. Él se agachó detrás y se dio primeramente un buen banquete de aquel sexo totalmente lubricado provocando intensos gemidos de mi mujer, hasta que pasados un par de minutos se levantó y procedió a clavar todo su miembro dentro de ella, la cual lo recibió con tremendos gritos de placer a un elevadísimo volumen.
Estuvieron un buen rato cabalgando mientras mi mujer iba teniendo repetidos y sonoros orgasmos y le decía “me estás dejando como nueva”, “rómpeme el coño como tú sabes”, y así hasta que estuvieron a punto. En ese momento mi mujer se hizo cargo de la situación, y sentándose en el sofá tomó entre sus manos el miembro de su amante, el cual estaba a punto de estallar, y lo pajeó con soltura durante unos instantes para luego metérselo otra vez en la boca y recibir la tremenda descarga de semen que él le proporcionaba, y que por la gran cantidad salió arrollándole por la comisura de sus labios, pero que ella con su mano volvió inmediatamente a introducir en su boca para, según dijo, “no desperdiciar ni una gota de este delicioso néctar”.
Empezaron a vestirse con tranquilidad, mientras a mí me dio tiempo de salir de la casa rápidamente sin ser visto, y corriendo llegué hasta mi coche. En cuanto llegué a mi despacho, tremendamente caliente por lo que había vivido, me metí en el baño para hacerme una paja y liberar mi miembro de toda la leche que mis huevos habían estado generando durante aquella tremenda follada.
Lo curioso es que a la que se estaban follando era a mi mujer, y ella había desarrollado todo tipo de prácticas para mi prohibidas (azotes, palabras fuertes, mamada, y ….. corrida en la boca).
Esta ciertamente confuso, pero al fin y al cabo, a mí también me había proporcionado un placer inmenso haber presenciado aquella situación, por lo que nunca dije nada, y en más ocasiones volví antes de tiempo a casa descubriendo escenas supercalientes, pero esas os las contaré en otra ocasión.
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Esto!? y sin morritos en los besos?
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Quien me ha extrañado?

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yo quiero mas, yo quiero mas
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Una vuelta a casa inesperada. 2/4


En mi primer relato ya os había contado cómo había descubierto que mi esposa era un poco … puta, y después de aquella experiencia vivida nuestro concepto de pareja, digamos, se abrió en toda su amplitud.
Aquel mismo día, volviendo en el coche de la cena que teníamos concertada, le conté todo lo que había pasado esa tarde, y cómo yo había sido testigo de aquella tremenda follada que ella había protagonizado.
Al principio, lógicamente, se quedó asustada por mi posible reacción, pero en cuanto le dije que me había encantado, y que había disfrutado enormemente, se dio cuenta de que lo único que tendría que hacer a partir de aquel momento, era compartir esas “experiencias” conmigo de una u otra manera.
Yo le conté, un poco por encima, que había visto cómo se la había mamado a aquel hombre, cómo él le propinaba azotes sin ningún pudor, y cómo la había tratado como, lo que en realidad era, una verdadera puta. Estos comentarios hicieron que nuestra libido subiese de temperatura, y mientras hablábamos comenzamos a meternos mano mientras yo seguía conduciendo nuestro coche.
Mientras, yo la iba mirando de reojo viendo cómo su vestido se había subido un poco dejando ver el adorno bordado de sus medias negras.
Esta visión me excitó muchísimo, y sin pensármelo, salí de la carretera para detenernos en un camino vecinal sin tránsito a esas horas de la noche. Empezamos a besarnos apasionadamente mientras le iba subiendo el vestido hasta la cintura dejando al descubierto el tanga negro que había elegido para esa noche a juego con un sostén sin tirantes del mismo color.
A medida que nos íbamos calentando más y más, comenzamos a dejar sueltos nuestros deseos, y de esa manera, sin palabras de por medio, yo sabía que desde aquel momento tenía carta blanca para disfrutar de mi esposa en toda su extensión, pudiendo hacer con ella todas aquellas prácticas que hasta entonces ella me había prohibido.
En seguida comprobé que ella estaba totalmente mojada al meter mi mano entre sus piernas. Entonces la bajé del coche mientras accionaba la apertura interior del maletero cuyo portón subió automáticamente. La llevé a la parte trasera, y con un movimiento brusco hice que introdujese medio cuerpo en el maletero, quedando todo su imponente culo en perfecta ofrenda hacia mí. Le levanté con contundencia el corto vestido, y de un fuerte tirón le arranqué el tanga lo que provocó en ella un intenso gemido de placer, ya que a esas alturas estaba totalmente entregada.
En ese momento, con sus preciosas nalgas a mi entera disposición, di rienda suelta a mis apetencias más básicas tantas veces negadas, y empecé a darle azote tras azote, con la mano abierta, hasta que su trasero fue cogiendo una tonalidad más que sonrosada.
Mientras, me fui sacando mi polla, la cual ya llevaba preparada bastante tiempo, y de un solo empujón se le clavé hasta el fondo sin miramientos, lo que ella me agradeció con un gritito entrecortado que dio paso inmediatamente a los jadeos más provocadores que nunca había tenido el placer de escucharle.
Estuvimos cabalgando un buen rato, mientras yo, aprovechando la situación, le iba marcando mis manos en sus nalgas de vez en cuando, lo que ella recibía con satisfacción a la vez que me pedía más y más.
Cuando ya estuvimos a punto, y después de haber sentido a mi esposa correrse sonoramente en, al menos, 2 ocasiones, saqué mi polla totalmente reluciente de ella, y arrollidándola en el suelo frente a mí, regué toda su cara con unos cuantos espasmos de leche. Ella no quiso perderse toda esa ofrenda, y con la mano fue recogiendo por toda su cara hasta la última gota derramada por mí, y metiéndosela en la boca hasta quedar totalmente limpia.
Poco a poco fuimos recuperando la compostura, y nada más entrar de nuevo en el coche, ella me dijo algo que desde entonces nunca olvidaré: “Cariño, sabes que te quiero y que soy tu esposa, pero además a partir de hoy quiero que sepas que seré tu puta particular para todo lo que tú quieras”.
Claro, que yo le respondí: “ No te preocupes, mi amor, lo serás , lo serás …… “.

Volvimos a nuestra hermosa casa donde nos dimos un baño relajante para, entrelazados, meternos en nuestra cama, ya que al día siguiente tenían que venir los pintores para restaurar la fachada de nuestro chalet ………. y lo de los pintores requiere una historia aparte que ya os contaré otro día ………
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[marboy]

buenos relatos de erotismo aste me ah exitao!!
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[Thaysa]

¡Hey, nena! Ponte los vaqueros viejos y usados,
los desgastados, los que están rotos por el culo,
que esta noche te voy a recoger con mi moto,
para sacarte por mis garitos favoritos.

Seremos los reyes a ritmo de rock'n'roll,
Rodaremos por la ciudad a golpe de ron,
Pararemos bajo las luces de los semáforos,
Y quemaremos rueda ante los conductores

Que querrán ver más allá hambrientos y envidiosos,
Buscando en los agujeros de tu pantalón
El regalo de sexo que sugieren los rotos
y los labios que esta noche serán para mí.

Primero seremos los señores del asfalto,
Luego pararemos en un lugar decadente,
donde nos daremos ardientemente el lote
Y después iremos a un lugar cutre y oscuro.

Quiero oírte reír cuando te lleve en mi moto
Que sean carcajadas de alegría
Quiero oírte reír cuando estés en mi cama
Que sean carcajadas de placer.

Ponte esos vaqueros ajustados, eh nena,
Los azules, los rotos, viejos y desgastados,
Y las botas de tacón alto de tía dura
Que esta noche, nena, es nuestra puta noche.

No dejaré nada de tu cuerpo sin tocar
Voy a sacar música sin parar de esas curvas
como si fueras una guitarra que templar
por las manos de este golfo callejero, nena.
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[Togue]

[Thaysa]